jueves, 22 de abril de 2021

Ser amigables con el ambiente nos alimentará


La biodiversidad es un término muy escuchado en tiempos recientes, debido a que día a día perdemos una gran cantidad de ella por diferentes causas relacionadas a la actividad humana y a las nuevas condiciones ambientales. A pesar de que a cada minuto hacemos uso de la biodiversidad, a veces no tenemos muy clara su importancia o qué es exactamente. 

Comencemos por definir qué es biodiversidad, en particular la agrobiodiversidad. El término se refiere a todas las especies vegetales, animales, hongos y microorganismos asociados a la producción de alimentos, materias primas y sus parientes silvestres. Y cuando nos referimos a agrobiodiversidad esto incluye a los organismos domesticados, a sus parientes silvestres y a las especies con las que interactúan, como los polinizadores, depredadores o parásitos (1999, 2016; Crowley et al., 2007; Moreno-Calles et al., 2013; Casas et al., 2016a).

El término agrobiodiversidad también hace referencia a los genes de las especies, poblaciones, comunidades y ecosistemas (Jakson et al., 2005). Por ejemplo, ¿han observado los maíces nativos? ¡Son de variados tamaños y colores! Esas cualidades son un reflejo de su diversidad genética (Sánchez, 2011). Ahora imagina una parcela donde se siembra maíz rojo, azul y blanco. En dicha parcela llega un patógeno (organismo que daña a la planta) que infecta y mata a la mayoría de los maíces blancos. En cambio, los maíces rojos y azules son resistentes a este patógeno y aún se obtiene una cosecha. Este es un ejemplo de cómo la variabilidad genética dentro de una parcela puede evitar que se pierda la totalidad de la cosecha a causa de un evento inesperado (Figura 1).

Figura 1. El maíz, a pesar de ser una sola especie, presenta una alta variedad de razas, producto de su diversidad genética.


Ahora que ya sabemos a qué se refiere la agrobiodiversidad, podemos asegurar que es la piedra angular dela alimentación en el mundo. Sobre todo porque la diversidad genética es lo que permite la adaptación de los sistemas de producción alimentaria ante ambientes cambiantes y fenómenos climáticos extremos (Wilkes, 1992; Hayward et al., 2015). Por desgracia, en varias partes del mundo la agrobiodiversidad se está perdiendo (Figura 2).

Figura 2. Pérdida de diversidad de variedades vegetales de 1903 a 1980 en EUA. Tomado de: Tomanio J. (2011). Dwindling Food Variety.


A partir de la revolución verde, la tendencia en la agricultura ha sido cambiar la siembra de variedades nativas y el uso de prácticas tradicionales por el cultivo intensivo, en el que se usan pocas variedades de alto rendimiento (bajo condiciones muy específicas) que requieren métodos agrícolas estandarizados que han deteriorado el suelo y la biodiversidad (Brown, 1975 en Cohen y Galinat, 1984, Jardón y Benítez, 2016). El uso extensivo de las variedades de alto rendimiento también deja muy susceptible a la agroindustria ante plagas y enfermedades emergentes, a causa de que la diversidad genética que tienen es mínima (Wilkes, 1992). Los paquetes tecnológicos de la agricultura extensiva, además del daño ambiental que ocasionan, están lejos de poder erradicar el hambre, por lo que se requiere que probemos alternativas (Jardón y Benítez, 2016). ¿Cuáles alternativas tenemos para asegurar nuestra alimentación a largo plazo siendo amigables con la biodiversidad? Se estima que el 70% de la población mundial es alimentada por redes de producción campesinas que sólo usan 25% de los recursos disponibles (agua, terreno y combustibles fósiles); mientras que la agroindustria utiliza 75% de recursos agrícolas y sólo provee de alimento a 30% de personas en el mundo (ETC Group, 2017).


 Figura 3. La conservación in situ como una propuesta
para la conservación de la diversidad biológica y el
patrimonio biocultural.
Otro punto importante es encontrar estrategias que permitan la conservación de la agrobiodiversidad. En la actualidad, contamos con dos tipos de estrategias para la conservación, el primer tipo son las estrategias in situ, las cuales se refieren a la conservación de la agrobiodiversidad en el ambiente donde se desarrolla y relaciona de manera natural, y donde se han dado los procesos ecológicos y sociales que continuamente originan y mantienen la agrobiodiversidad, que incluyen la domesticación, el mejoramiento y el intercambio de semillas que aún se llevan a cabo en la agricultura campesina de México (Boege, 2008; Jardón y Benítez, 2016) (Figura 3).


A pesar de que las estrategias in situ son las más integrales y deseables para la conservación, también es necesaria la conservación ex situ, ya que se respalda la agrobiodiversidad que está en fuerte peligro de desaparecer de la naturaleza y de los ecosistemas con mayor presencia humana (Cohen et al., 1991; Wyse Jackson y Sutherland, 2000). Entre las estrategias de conservación ex situ podemos encontrar la creación de bancos de semillas, bancos de ADN, bancos de polen, bancos de material in vitro y colecciones dentro de jardínes botánicos. Estos últimos son colecciones vivientes de ejemplares que se mantienen para estar disponibles a lo largo del tiempo. También se realiza investigación referente a la agrobiodiversidad y a la biodiversidad de plantas en general (Cristín y Perrilliat, 2011).


Figura 4. Las dietas sostenibles conllevan el consumo
variado de especies de plantas, y apoyan la economía
de productores nacionales/locales.
Cabe mencionar que la conservación debe ser tarea de todos los que hacemos uso de la agrobiodiversidad, pero ¿y si vivo en la ciudad cómo lo hago? Una manera en la que la ciudadanía puede apoyar en la conservación es mediante la adopción de dietas sostenibles, en las que se promueve el consumo de especies con alto valor nutricional y se incluyen diversas variedades de plantas, así como especies silvestres subutilizadas (Figura 4).

Es importante reflexionar que, a lo largo de la historia, se han observado las consecuencias de adoptar prácticas agrícolas intensivas sin tomar en cuenta la gran agrobiodiversidad disponible. Uno de los ejemplos con consecuencias más devastadoras es la Gran Hambruna que tuvo lugar en Irlanda entre 1845 y 1852, donde un millón de irlandeses murieron y otros dos millones emigraron. Las causas de esta hambruna están asociadas a la disolución de las dinámicas sociales que posibilitaron la agricultura tradicional y a las políticas externas del imperio Británico, pero sobre todo a que el pilar de la alimentación de Irlanda era la papa. Así que cuando el protista Phytophthora infestans llegó a Irlanda, encontró un ecosistema con amplios monocultivos de papa, donde pudo desarrollarse de manera muy rápida y efectiva. Una vez que los cultivos de papa se perdieron, los habitantes de la isla no tuvieron más sustento (Vandermeer, 2011) (Figura 5).


Figura 5. Escultura de Rowan Gillespi que hace homenaje a las personas de Irlanda que tuvieron que emigrar por la Gran Hambruna. Tomado de: Cogswell R. (2018). The Famine Memorial. 


Entonces, queda claro que la agrobiodiversidad es un componente muy importante para la producción de alimentos en el mundo y que se necesitan estrategias dirigidas a conservarla y que reconozcan a la agrobiodiversidad como un elemento que está embebido en un contexto ecológico y social, donde se promueve la existencia de redes alimentarias campesinas; asimismo, se necesitan las colecciones, como los jardines botánicos y bancos de germoplasma, en donde se pueden mantener semillas y plantas in vitro por largos periodos de tiempo.

Autores: 

María Guadalupe León Jiménez
Daniel Morales Villegas
José Carlos Moreno Juárez
Amanda Sofía Arana González
Manuel Adrián Gutiérrez Alejo

Referencias

● Bazile D. (Coord.). (2011). Agrobiodiversidad: derechos de propiedad intelectual sobre lo vivo y el mejoramiento de especies agrícolas. Le Monde Diplomatique. pág. 9.
● Casas A, Vallejo M. (2019). Agroecología y agrobiodiversidad. En: Merino PL Crisis ambiental en México. Ruta para el cambio. Universidad Nacional Autónoma de México, México pp.99-117.
● Cohen J, Galinat W. (1984). Potential Use of Alien Germplasm for Maize Improvement 1. Crop Science 24: 1011-1015.
● Cristín A, Perrilliat M. (2011). Las colecciones científicas y la protección del patrimonio paleontológico. Boletín de la Sociedad Geológica Mexicana, 63(3), 421-427.
● Jardón B, Benítez K. (2016). La comunidad agroecológica como unidad ecológica, de domesticación y conservación. En: Guerrero MO, Valadez BE, Vizcaya X. Naturaleza, Ciencia y Sociedad: 40 años de pensamiento crítico interdisciplinario en la Facultad de Ciencias. CopIt-arXives y Facultad de Ciencias, Ciudad de México, pp. 77-89.
● Hayward A, Tollenaere R, Dalton-Morgan J, Batley J. (2015). Molecular marker application in plants. En: Batley J. Plant Genotyping: Methods in Molecular Biology. Nueva York: Humana Press, pp. 13-27.
● Sánchez G. (2011). Diversidad del Maíz y el Teocintle. Informe preparado para el proyecto: “Recopilación, generación, actualización y análisis de información acerca de la diversidad genética de maíces y sus parientes silvestres en México”. Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, México.
● Vandermeer J. (2011). Ecologý of Agroecosystems. Jones and Bartlett Publishers. Massachusetts, 4 p.p.
● Wilkes G. (1992). Issues in Agriculture 5: Strategies for Sustaining Crop Germplasm Preservation, Enhancement, and Use. Consultative Group on International Agricultural Research, Washington D.C. 47 pp.
● Tomanio J. (2011). Dwindling Food Variety. https://www.nationalgeographic.org/media/infographic-design/
● Cogswell R. (2018). The Famine Memorial. https://www.flickr.com/photos/22711505@N05/45460003645

JOYA UNIVERSITARIA: JARDÍN BOTÁNICO IBUNAM

El Jardín Botánico del Instituto de Biología de la UNAM (JB), fue fundado en el año de 1959 por los botánicos Faustino Miranda y Manuel Ruiz Oronoz, con el apoyo del Dr. Efrén C. del Pozo (en ese año, Secretario General de la UNAM) y el entonces rector, Nabor Carrillo.

En la fotografía: Dr. Manuel Ruiz-Oronoz
y Dr. Faustino Miranda González.
Fotografía del Instituto de Biología, UNAM.

La creación del Jardín Botánico de la UNAM surgió por la necesidad de sustituir la desaparición del Jardín Botánico de Chapultepec (desaparecido en ese entonces, y reinaugurado en el año 2006); además de asignar una nueva visión dirigida a la enseñanza, la difusión cultural y la investigación científica de la botánica. Lo anterior con el objetivo de investigar la diversidad, el uso, manejo e importancia cultural de la flora mexicana, además de promover su conservación in situ y ex situ en la sociedad.


El Dr. Miranda, junto con sus colegas Arturo Gómez-Pompa y Javier Valdés, además de algunos estudiantes, se dieron a la tarea de realizar una colecta de ejemplares diferentes que se encontraran en todo el país, con la intención de mantener una colección de plantas vivas representativas de todo México. Para el montaje de este nuevo espacio, el equipo encabezado por el Dr. Miranda incluyó tareas de siembra en el pedregal de San Ángel, para incorporar las plantas colectadas provenientes de las selvas tropicales y zonas áridas de México. 


El Dr. Miranda en un recorrido
por el Invernadero "Faustino Miranda".

Algunos años después, durante la rectoría de Ignacio Chávez, el 8 de febrero de 1965 el JB pasó a formar parte del Instituto de Biología, con la intención de dar lugar al crecimiento de la botánica moderna en México.


Las primeras colecciones con las que se inició el Jardín Botánico fueron: cactáceas y plantas tropicales (especialmente orquídeas). En la actualidad, son ya 14 colecciones las que alberga, entre ellas, se mantiene la Colección Nacional de Nopales, Agaváceas y Nolináceas y Crasuláceas.  


Las 14 colecciones que conforman el Jardín Botánico están divididas en dos tipos:


Colección de plantas acuáticas del JB IBUNAM.

Taxonómicas, donde las plantas están agrupadas por familias, como son: Colección de cactáceas y nopales silvestres, Colección nacional de agaváceas y nolináceas, Colección de crasuláceas, Colección de orquídeas y Colección de dalias.


Temáticas, agrupadas como: Arboretum, Plantas acuáticas, Jardín del Desierto "Helia Bravo", Jardín etnobiológico, Jardín ecológico, Plantas Tropicales del Invernadero “Faustino Miranda”, Plantas Tropicales del Invernadero “Ruiz Oronoz”, Jardín evolutivo y Jardín rupícola.



Geográficamente, el JB está formado por dos espacios, ubicados en zonas distintas de Ciudad Universitaria: 



1. El invernadero Faustino Miranda”. Ubicado en el circuito interior, cerca del Instituto de Investigaciones Matemáticas Aplicadas a Sistemas (IMAS).


En la construcción del Invernadero "Faustino Miranda"

2. El Jardín Botánico Exterior. Se encuentra en el circuito exterior, a un costado del Instituto de Biología, donde están las instalaciones del Jardín y las 14 colecciones botánicas. 


Colección Nacional de Agaváceas y Nolináceas del JB IBUNAM.

El Jardín Botánico Exterior cuenta con una superficie de 12.6 hectáreas, desempeña dos roles cruciales en la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel, el primero como zona de amortiguamiento poco alterada, es decir, su papel es minimizar el impacto de la acción humana en los espacios circundantes de la Reserva; el segundo es su importancia en la recarga de mantos acuíferos de la Ciudad de México.


Desde su inicio y hasta la fecha, el servicio que ha brindado el JB al sector educativo es invaluable. La actividad educativa partió desde recorridos que permitían conocer de primera vista la diversidad vegetal mexicana, y que hoy en día han evolucionado de tal manera que la oferta educativa es prolífica y se adecúa a las necesidades actuales de la sociedad. 



A partir de esto, se han diversificado no sólo las actividades, sino también los públicos y los objetivos educativos, que siempre están en función de cumplir la Estrategia Mexicana para la Conservación Vegetal, dando lugar a la promoción de la educación y cultura ambiental a favor del conocimiento, conservación y el uso sostenible de la flora nativa del país, a través de las actividades enfocadas a la divulgación de la botánica; ejemplo de esto es el ya emblemático Día Nacional de los Jardines Botánicos”, donde el personal académico sale de sus laboratorios, realizan actividades educativas y tienen contacto con los visitantes,  con la finalidad de hacer de acceso público el trabajo y el impacto social de los proyectos que se llevan a cabo en la institución. Este año, debido a la contigencia sanitaria por la pandemia por COVID-19, dicho evento se realizó de forma totalmente virtual, ofreciendo a la comunidad 44 actividades diferentes como demostraciones, infografías, cápsulas, podcast, hilos de tuit, entradas de blog y conferencias, las cuales podrás encontrar en las diferentes plataformas de redes sociales del Jardín Botánico.

Lo anterior nos da un panorama claro del porqué en muchos lugares este Jardín es considerado el JB nacional, y un referente de otros jardines botánicos, no sólo por su larga trayectoria en estudios sistemáticos sobre cactáceas y agaváceas, sino por las proezas en proyectos de conservación y en los ámbitos de educación ambiental y divulgación de la botánica. 


¡Este 2021 se cumplen 62 años de celebrar la diversidad vegetal mexicana!



Otros personajes importantes que participaron en la fundación del Jardín Botánico:


  • Teófilo Herrera
  • Eizi Matuda
  • Otto Nogel
  • Helia Bravo
  • Francisco González M.
  • Hermilo Quero
  • Claudio Delgadillo
  • Mario Sousa

Autora: Salma Gómez Ibarra


Fuentes bibliográficas


Caballero, N.J. (coord.). (2012). Jardines botánicos: contribución a la conservación vegetal de México. Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad. México.


Instituto de Biología, UNAM. Disponible en: http://www.ib.unam.mx/estructura-interna/acerca-de


Valdés, G. J. (1990). 60 años del Instituto de Biología. Revista Ciencias, n° 18. Disponible en: https://www.revistaciencias.unam.mx/es/166-revistas/revista-ciencias-18/1486-sesenta-a%C3%B1os-del-instituto-de-biolog%C3%ADa.html


Vovides, A. P., Linares, E., & Bye, R. (2010). Jardines botánicos de méxico: historia y perspectivas. Secretaría de Estado de Veracruz.