miércoles, 8 de octubre de 2025

Agrobiodiversidad ornamental: del uso cotidiano, intercambio cultural y comercio

 Mauricio González-Muñoz1, Rodrigo A. Hernández-Cárdenas2  y Leonardo Beltrán-Rodríguez3

1Carrera de Biología, Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México.
2Red de Biodiversidad y Sistemática, Instituto de Ecología A.C.
3Laboratorio de Etnobotánica Ecológica2, Jardín Botánico, Instituto de Biología, Universidad Nacional Autónoma de México.


Las plantas ornamentales han acompañado a la humanidad desde hace siglos. Se han valorado no solo por su aspecto llamativo, sus aromas o el simbolismo cultural que encierran, sino también porque permiten transformar los espacios cotidianos, privados y colectivos en lugares más agradables: desde calles, casas, hasta jardines, templos o museos. Además, son uno de los grupos vegetales más fascinantes, tanto por su belleza, impacto cultural e importancia económica a través de los tiempos (Prance & Nesbitt, 2005; Taylor, 2009).

La percepción de lo que se considera “bello” en la naturaleza no ha sido estático. A lo largo del tiempo, cada cultura ha definido y resignificado la belleza de distintas especies vegetales, adaptando también su manera de aprovecharlas e integrarlas en la vida diaria. Para que una planta sea considerada ornamental debe cumplir ciertos requisitos, sobre todo de tipo morfológico, aromático, cromático e incluso espiritual (CONABIO, 2020).

El creciente interés por las plantas ornamentales nativas ha puesto en riesgo a muchas de ellas debido al saqueo, sobreexplotación y la destrucción de sus hábitats. Con frecuencia se recolectan directamente del medio silvestre, ya sea retirando la planta por completo o bien solo algunas de sus partes. Esta práctica suele estar impulsada por la rareza de las especies, por el prestigio que representa poseerlas, por embellecer jardines y/o espacios verdes o para integrarlas en colecciones privadas (Nadal et al., 2013). 

Debido a lo anterior, es necesario realizar estudios de mercado que resalten el verdadero impacto y las presiones socio-ecológicas asociadas a la cosecha y comercialización de esta agrobiodiversidad. Esta situación es particularmente preocupante en mercados con importancia nacional en su red mercantil.

Contexto histórico del uso y distribución de las plantas ornamentales 

El uso ornamental de las plantas es muy antiguo. Algunos registros arqueobotánicos indican que las partes flóreles de las plantas se colocaban como ofrenda en entierros, otorgándoles un profundo simbolismo espiritual (Altman et al., 2022). En China, la tradición de jardinería con fines ornamentales se originó como espacios recreativos para la nobleza y, al mismo tiempo, como símbolos de poder (Barnes, 2005). En contraste, culturas como la egipcia y la mesopotámica transformaron los jardines utilitarios en espacios recreativos, combinando flores de loto, papiros, palmas, árboles frutales y plantas comestibles como el azafrán o la amapola. Estos jardines no solo eran bellos, sino que integraban la estética con el uso agrícola o frutícola (Giesecke, 2022). 

En la Grecia y Roma clásicas, los jardines unían lo útil con lo estético. En Atenas se plantaban olivos y laureles en espacios urbanos y se adornaban templos, mientras que los romanos preferían especies con hojas perennes como símbolos de fertilidad y eternidad, que decoraban monumentos y edificios (Giesecke, 2022). Durante el Renacimiento y la Edad Moderna, la percepción y el uso de las plantas ornamentales cambiaron radicalmente. El colonialismo europeo abrió nuevas rutas de comercio e intercambio cultural, principalmente con América y Asia (Hinsley et al., 2024). Esto amplió la disponibilidad de especies que rápidamente se convirtieron en objeto de deseo para jardineros y coleccionistas europeos, generando un comercio ostentoso de plantas raras y exóticas (Barnes, 2005). 

El interés por las especies exóticas impulsó la creación de redes de comercio formales e informales, surgieron viveros y jardines botánicos destinados a producir y aclimatar plantas tropicales y de diferentes partes del mundo. Además, algunas especies fueron mejoradas mediante selección e hibridación, y las técnicas de cultivo se perfeccionaron de manera paralela (Brockway, 1979; Dalby & Giesecke, 2022; Nielsen, 2023).


Historia de México a través de mercados y jardines

En México, el conocimiento, uso y comercialización de plantas ornamentales se practica desde tiempos prehispánicos. Los jardines botánicos y mercados tradicionales fueron clave para transmitir y preservar el conocimiento de estos recursos.

Los jardines prehispánicos tenían una dualidad interesante: servían como espacios de recreación, culto y muestra del poder de los huey tlatoani —líder de una ciudad-estado en el poderío de la triple alianza—, pero al mismo tiempo funcionaban como centros de estudio y colección de agrobiodiversidad —flora y fauna útil—, donde el conocimiento sobre la naturaleza quedó reflejado en nombres indígenas que aún perduran (Pérez, 2004; Vovides, 2010). Por ejemplo, los mexicas diferenciaban los jardines según su función y jerarquía social: Xoxochitla (“lugar de flores”) se refería a jardines de cultivo floral, Xochitepanyo a jardines rodeados por muros, Xochichinancali para clases populares y Xochiteipancalli o “palacio de flores” para la nobleza (Cetzal-Ix y Noguera-Savelli, 2014).

Paralelamente, los mercados reflejaban la vida social y económica, la relación con la naturaleza, las prácticas culturales y el aprovechamiento de la diversidad vegetal. La oferta de plantas variaba a lo largo del año según la estacionalidad de las especies (Hernández-Xolocotzi, 1983; Argenta-Villamar, 2016). Uno de los principales centros comerciales fue el mercado de Tlatelolco, donde se vendían alimentos frescos, frutas, verduras, flores, telas y otros artículos, incluyendo un área de venta de esclavos. Con la llegada de los españoles, su dinámica cambió al incorporar productos autóctonos y mercancías traídas del viejo continente (CEDRSSA, 2019). 

Durante la época colonial, México careció de jardines botánicos formales por 270 años, por lo que los españoles realizaron múltiples expediciones para documentar la riqueza natural (Vovides et al., 2010). Francisco Hernández de Toledo participó seis años (1571-1577) en la expedición a Nueva España, describiendo los usos curativos de las plantas y registrando alrededor de 3,000 especies. Más tarde, en 1787, Martín Sessé organizó la Real Expedición Botánica a Nueva España, que duró aproximadamente 13 años y dio lugar al Real Jardín Botánico de Nueva España (Vovides et al., 2010). 


Contexto actual del uso y comercio de plantas ornamentales en México

El cultivo de plantas ornamentales es una de las actividades agrícolas más rentables en México, reflejándose en la diversidad de flores de corte frescas, follajes y partes secas o procesadas que se comercializan a nivel nacional e internacional (INEGI, 2022). En el año 2023, el comercio de plantas ornamentales en México alcanzó 313 millones de dólares, debajo de países como Colombia, Ecuador, Canadá y China, fiscalizando su comercio exclusivamente con Estados Unidos (Secretaría de Economía, 2024). 

El aprovechamiento de plantas ornamentales del medio silvestre continúa existiendo como al inicio de las primeras civilizaciones, aunque actualmente es poco conocida debido a la falta de estudios académicos y a la idea generalizada de que toda planta ornamental es cultivada. De hecho, en el gremio botánico es sabido que el comercio ilegal y a gran escala ha causado la desaparición de varias especies de plantas en sus hábitats naturales, principalmente orquídeas, cactáceas y cícadas. En consecuencia, aun cuando las cifras indican que la mayoría de las exportaciones sobre agrobiodiversidad ornamental proviene de cultivos en viveros, múltiples follajes, bulbos, flores, frutos, semillas y esquejes procedentes de especies silvestres siguen siendo comercializados a escalas desconocidas.


Descubriendo la agrobiodiversidad ornamental en los mercados tradicionales

México presenta una flora extraordinariamente variada, resultado de la diversidad de regiones y climas, así como de la intervención humana y la introducción de plantas foráneas. Sin embargo, la falta de registros adecuados dificulta conocer con precisión cuántas especies se usan con fines ornamentales. Actualmente, algunas propuestas conservadoras sugieren que alrededor de 1,000 especies podrían estar siendo aprovechadas con fines ornamentales (CONABIO, 2020), aun cuando otras 4,220 especies podrían ser potencialmente ornamentales, incluyendo 3,434 nativas y 786 introducidas (CONABIO, 2020). Por ello, los estudios en mercados resultan clave para sistematizar la información sobre la biodiversidad comercializada, así como para comprender los impactos económicos y ecológicos del aprovechamiento de la agrobiodiversidad ornamental.

Los mercados rurales y urbanos conservan un valioso conocimiento sobre plantas ornamentales. En la Ciudad de México, los mercados de flores de Tenancingo y Jamaica son invaluables ejemplos sobre cómo estos espacios siguen siendo fuentes vivas de saberes etnobotánicos (Munguía et al., 2010). La Central de Abastos de la Ciudad de México (CEDA) destaca por recibir diariamente toneladas de flores y follajes provenientes de distintos estados, tanto cultivadas como extraídas de ecosistemas naturales.

Para minimizar este vacío de conocimiento, desde enero del 2023 el Jardín Botánico del Instituto de Biología de la UNAM, en colaboración con el Instituto de Ecología A.C. ubicado en Xalapa, Veracruz, ha monitoreado el comercio de agrobiodiversidad ornamental en la CEDA, registrando un total de 10 puestos fijos y aproximadamente siete puestos ambulantes, atendidos por personas de 10 diferentes estados del país. De éstos, las localidades prioritarias de procedencia de esta agrobiodiversidad residen en los estados de Puebla, Hidalgo y Morelos.

Durante este período se han documentado poco más de 35 especies de plantas ornamentales comercializadas en la CEDA, siendo Tillandsia punctulata Schltdl. & Cham. (cebollin), Rhipsalis baccifera (Sol). Stearn. (cola de caballo), Typha latifolia L. (cohete) y Leucophyllum ambiguum Bonpl. (oreja de ratón) las más comunes (Figura 1 y 2). Las especies raras registradas en un solo puesto o en una ocasión incluyen: Tillandsia deppeana Steud (bromelia), Tillandsia heterophylla É. Morren (bromelia), Huperzia sp. (cola de zorro), Dichea sp. (helecho de monte), Oncidium sphacelatum Lindl. (flor de mayo), Epidendrum melistagum Hágsater (orquídea), Encyclia radiata (Lindl). Dressler. (canelita) y Stanhopea hernandezii (Kunth) Schltr. (torito) (Figura 3). 


Figura 1. Puestos de plantas en la Central de Abastos de la CDMX. Fotografías de: Mauricio González Muñoz.


Figura 2. Plantas ornamentales silvestres frescas más comercializadas en la Central de Abastos, Ciudad de México: A) Tillandsia punctulata, B) Rhipsalis baccifera, C) Typha latifolia, D) Leocophyllum ambiguum. Fotografías: Mauricio González Muñoz. 


El volumen total comercializado hasta la fecha se estima en 6,696 plantas, destacando T. punctulata y T. latifolia, como las especies con más volumen comercializado. Un total de siete especies se encuentran en alguna categoría de protección de acuerdo con la NOM-059-SEMARNAT-2010 (en peligro de extinción: 1 especie; sujetas a protección especial: 4 especies; amenazadas: 2 especies), lo que resalta la importancia de monitorear su comercio para evitar impactos negativos sobre las poblaciones naturales.


Figura 3. Plantas silvestres ornamentales raras comercializadas en al Central de Abastos de la CDMX: A) Tillandsia deppeana, B) Tillandsia heterophylla, C) Huperzia sp., D) Dichea sp., E) Oncidiun sphacelatum, F) Epidendrum melistagum, G) Encyclia radiata y H) Stanhopea hernandezii. Fotografía: Mauricio González Muñoz. 

Cabe resaltar que, pese a la colecta intensiva en ambientes silvestres, esta investigación demostró que para mantener un suministro constante de plantas ornamentales los comerciantes han desarrollado estrategias de manejo que inciden en la productividad, tal es el caso del establecimiento de plantaciones forestales de especies como Eucalyptus cinerea F. Muell. ex Benth. (dólar), Monstera deliciosa Liebm. (piñanona), Chamaedorea tepejilote Liebm. (palma tepejilote), Schinus molle L. (pirul), Hedera helix L. (hiedra), entre otras. 

Estos hallazgos muestran que la CEDA opera como un centro clave de acopio y redistribución de plantas ornamentales silvestres en el centro de México, las cuales se comercializan principalmente a manera de follajes e inflorescencias, reflejando un mercado activo y en crecimiento. Pero más allá de las cifras, este espacio sintetiza siglos de historia en torno a la belleza, el adorno y el comercio —legal e ilegal— de las plantas ornamentales alrededor del globo. La CEDA, al ser el mercado más grande e importante de todo México y Latinoamérica, concentra en un mismo lugar y de una forma muy dinámica, lo que estas especies significan cultural y socialmente en sus regiones de origen, al tiempo que abre la puerta a nuevas preguntas de investigación sobre conservación, comercio y tradición.

Agradecimientos

Se agradece a la SECIHTI por los recursos financieros otorgados a través del proyecto “Un Jardín Etnobiológico dentro de la UNAM: impulsor de la revalorización del conocimiento biocultural en la Ciudad de México” (nos. 305027, 321339 y RENAJEB 2023-2), que permitieron la realización del presente trabajo de investigación.

Esta investigación también fue financiada por el Programa UNAM-PAPIIT en el marco del proyecto: "Manejo y conservación de la agrobiodiversidad en la región del Alto Balsas: una aproximación desde la sostenibilidad socioecológica (IA205923)”.


Bibliografía citada

Altman, A., Shennan, E. y Odling-Smee, J. 2022. Ornamental plant domestication by aesthetics-driven human cultural niche construction. Cell Press 27: 124-138.

Argenta-Villamar, A. 2016. El estudio etnobioecológico de los tianguis y mercados en México. Etnobiología 14(2): 38-46

Barnes, J. 2005. The history of ornamental gardening. Garden History Press.

Brockway, L. H. 1979. Science and colonial expansion: The role of the British Royal Botanic Gardens. American Ethnologist 6(3): 449–465.

CEDRSSA. 2019. La distribución y abasto de alimentos: Situación actual de la Central de Abasto de la Ciudad de México. Palacio Legislativo de San Lázaro.

Cetzal-Ix, W. y Noguera-Savelli, E. 2014. Jardines prehispánicos de México. Herbario CICY 6: 109–112.

CONABIO. 2020. Ornamental. Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, México. Recuperado el 7 marzo, 2025 de: https://www.biodiversidad.gob.mx/diversidad/ornamental

Dalby, A. & Giesecke, A. 2022. Plants as natural ornaments. Francis, J. (Ed.), A cultural history of plants in the early modern era. Bloomsbury Academic. pp. 157-177.

Giesecke, A. 2022. Plants as natural ornaments. Tally-Schumacher (Ed.). A cultural history of plants in antiquity. Bloomsbury Academic. 1: 155-175.

Hernández-Xolocotzi, E., Vargas, A., Gómez, N. T., Montes, J. y Brauer, F. 1983. Consideraciones etnobotánicas de los mercados de México. Revista de Geografía Agrícola 4: 13–28.

Hinsley, A., Hughes, A. C., van Valkenburg, J., Stark, T., van Delft, J., Sutherland, W., y Petrovan, S. O. 2024. Understanding the environmental and social risks from the international trade in ornamental plants. BioScience 0: 1-18.

INEGI. 2022. La horticultura ornamental en México. Instituto Nacional de Estadística y Geografía, México. Recuperado el 13 diciembre, 2024 de: https://en.www.inegi.org.mx/contenidos/productos/prod_serv/contenidos/espanol/bvinegi/productos/historicos/380/702825117788/702825117788.pdf


Munguía, G., Vázquez-García, L. M. y López-Sandoval, J. A. 2010. Plantas silvestres ornamentales comercializadas en los mercados de la flor de Tenancingo y Jamaica, México. Polibotánica. 29: 281-308.

Nadal, L., Carmona Omana, A. y Trouyet Starr, M. 2013. Tráfico ilegal de vida silvestre. SEMARNAT. Recuperado el 20 enero, 2025 de: https://biblioteca.semarnat.gob.mx/janium/Documentos/Ciga/Libros2013/CD001601.pdf

Nielsen, V. 2023. The colonial roots of botany: legacies of empire in the botanic gardens of Oxford and Kew. Museum Management and Curatorship 38(6): 696-712.

Pérez, R. I. 2004. Vergeles Mexicas. Boletín del Instituto de Investigación Bibliográfica 9: 167-192.

Prance, S. G., & Nesbitt, M. 2005. The Cultural History of Plants (1st ed.). Routledge. Recuperado el 22 septiembre, 2025 de: https://doi.org/10.4324/9780203020906

Secretaría de Economía. 2024. Live plants and floricultural products. DataMéxico. Recuperado el 27 enero, 2025 de: https://www.economia.gob.mx/datamexico/es/profile/product/live-plants-and-floricultural-products?tradeBalanceSelector=2022#intercambio-comercial

Taylor, J. M. 2009. The global migrations of ornamental plants: How the world got into your garden. Missouri Botanical Garden Press. Recuperado el 01 noviembre, 2024 de https://books.google.com.mx/books/about/The_global_migrations_of_ornamental_plan.html?id=dIRFAQAAIAAJ&hl=en&redir_esc=y

Vovides, P. A., Linares, E. y Bye, R. 2010. Jardines botánicos de México: historia y perspectivas. Instituto de Ecología.


viernes, 25 de abril de 2025

Jobo: especie poco explorada en la Huasteca Potosina

Omegar Cruz-Arvizu1, Iris J. Cruz-Larios2, Sandra L. Castro-Garibay3  

y Alejandra Moreno-Letelier2


1Postgrado en Fruticultura, Colegio de Postgraduados-Campus Montecillo, km 36.5 Carretera 

México-Texcoco, Montecillo, Texcoco, Estado de México, México, 56264

2Jardín Botánico, Instituto de biología, Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad Universitaria, Coyoacán, Ciudad de México, 04510

3 Postgrado en Ciencias Forestales, Colegio de Postgraduados-Campus Montecillo, km 36.5 Carretera 

México-Texcoco, Montecillo, Texcoco, Estado de México, México, 56264




Jobo (Spondias mombin L.) es una especie que pertenece a la familia Anacardiacea. El área de distribución de la especie es amplia hablando del continente americano (México hasta Brasil). En México se distribuye en las costas del Pacífico y Golfo de México, donde el fruto de esta especie recibe el mismo nombre que el árbol “jobo”. Sin embargo, en otros países se le conoce como: “mombin amarillo” (Islas del Caribe), “gully plum” en Jamaica, y en Brasil se conoce con varios nombres regionales “tapereba” (Amazonas), “cajá pequeño” (Sureste), “cajámirim” (Sur) y “cajá” (Noreste).

En la Huasteca Potosina, área de emblemática belleza natural, se pueden encontrar árboles de jobo en huertos de traspatio, a orilla de caminos y carreteras, en praderas de pastoreo, incluso forman parte de las huertas de naranjo, dando sombra a estos árboles en temporada de calor extremo y a las personas que trabajan en actividades dentro de las huertas (Figura 1).


Figura 1. Árbol de jobo en una huerta de naranja (A)
y recolecta de fruto de jobo (B). Fotografía: Omegar Cruz Arvizu.

En los municipios de San Martín Chalchicuautla y Tamazunchale, San Luis Potosí, el jobo presenta altura promedio de 8 a 12 metros. La cosecha de la fruta inicia a mediados del mes de agosto y se observan los últimos frutos a finales del mes de octubre, durante esas fechas tanto el árbol y el suelo se cubren de color amarillo, además que el aroma del fruto de jobo impregna el ambiente cercano.





Generalmente la recolecta de los frutos se realiza directo del suelo, pero existen personas que los cortan del árbol con herramientas que ellos mismos fabrican, para evitar que la fruta presente daños por la caída. La fruta recolectada tiene dos propósitos principalmente: extracción de pulpa para congelar y utilizarla posteriormente para hacer aguas frescas o venta de fruta fresca en mercados locales (Figura 2). La venta del jobo es una actividad común entre los habitantes de la región, quienes recolectan la fruta de los árboles que crecen en sus propiedades y la ofrecen en mercados locales o directamente a los consumidores.


Figura 2. Recoleta y obtención de jugo de fruto de jobo. Fotografía: Omegar Cruz Arvizu.


Como ocurre con muchas frutas, el precio del jobo varía según la temporada de cosecha y la disponibilidad en el mercado. En 2023, el litro de esta fruta llegó a venderse hasta en $50.00 pesos, mientras que en 2024 su precio bajó drásticamente a $10.00 pesos. Esta fluctuación se debe a la cantidad de fruta disponible en cada temporada: cuando la cosecha es abundante, el precio tiende a bajar, y cuando es escasa, sube. 


Uso del jobo en la Huasteca Potosina


De un litro de fruta de jobo, se obtienen aproximadamente de 310 – 320 mL de jugo; la extracción de este se realiza a través de maceración utilizando las manos, después es necesario congelar, ya que, por el intenso calor en la zona, se fermenta muy rápido e inhabilita su uso para elaboración de ciertos productos.

En la Huasteca Potosina, solo se utiliza el fruto del jobo para elaborar productos comestibles: aguas frescas, paletas, helados y licor de jobo, mejor conocido como “jobito”. Todos estos productos se preparan y se vende en los todos los municipios que pertenecen a la Huasteca Potosina (Figura 3).

En San Martín Chalchicuatla, San Luis Potosí, existe la tienda “Licores de Fruta Don Monchi” famosa por la elaboración de “jobito” por más de 50 años. Los ingredientes principales son aguardiente y el jobo o la fruta que se desee colocar (ya que elaborar licores de naranja, capulín, litche), que en conjunto se añejan durante siete meses en barricas de madera.

Los productos comestibles elaborados con la fruta de jobo forman parte de la cultura culinaria de la Huasteca Potosina, aspecto de gran importancia para la zona, además de ser parte de la memoria colectiva al pasar el conocimiento de la elaboración de estos de una generación a otra, como es el caso del jobito, con más de 50 años de tradición.

Después de todo lo mencionado anteriormente, surge la pregunta ¿por qué el título de este blog es “Jobo: especie poco explorada en la Huasteca Potosina”? La razón es que, si bien los productos comestibles de este árbol son relevantes, también existe evidencia científica sobre su uso etnomedicinal, incluyendo sus hojas, tallo, corteza y raíces, además de las propiedades antioxidantes de su fruto.


Figura 3. Productos elaborados con fruta de jobo. A) Venta de agua de jobo en la plaza principal de Tamazunchale, San Luis Potosí. B y C) Venta de helado, paletas y agua en Paletería “La Flor de Tocumbo” y la “Michoacana”. Fotografía: Omegar Cruz Arvizu. D – F) Presentación de licor de jobo, Imágenes tomadas de la red.


Se han identificado 102 compuestos de diferentes partes del árbol de jobo, los cuales se han utilizado en caso de aborto, constipación, fiebre, gonorrea, hemorragia posparto, dolor de estómago, diarrea, disentería y como desinfectante en heridas (Bukunmi et al., 2023).

También se han realizado estudios sobre caracterización química de frutos de jobo, donde se ha determinado que contiene fenoles, niveles altos de carotenoides, taninos y vitamina C, además de la capacidad antioxidante que se le ha atribuido (Tiburski et al., 2011; Silva et al., 2018).

Es importante recalcar que la mayoría de estos estudios se han realizado en Brasil (45 %), México solamente tiene 7.8 % de participación en publicaciones sobre dichos aspectos del jobo (de Freitas et al., 2024).

Al menos en la Huasteca Potosina, no se tiene conocimiento de la importancia etnomedicinal de la especie, pero es posible que en otros estados de la Republica exista, lo que hace necesario rescatar estos saberes, además que es vital realizar caracterización física, química, molecular de la especie, con el firme objetivo de potenciar su cultivo.


Bibliografía


Bukunmi O., O., B. Oluwatomide O., G. Ampoma G., and G. El-Saber B. 2023. Nutritional benefits, ethnomedicinal uses, phytochemistry, pharmacological properties and toxicity of Spondias mombin Linn: a comprehensive review. Journal of Pharmacy and Pharmacology 75: 162 – 226. 10.1093/jpp/rgac086.

de Freitas S, J., A. de Aguilar N., C. Norie K., D. de Lima M., S. Pereira F., V. Martins M., E. Przytyk J., and L. de Oliveira R. 2024. Spondias tuberosa and Spondias mombin: Nutritional Composition, Bioactive Compounds, Biological Activity and Technological Applications. Resources 13(68): 1- 22. 10.3390/resources13050068.

Silva L., T.L., E. Pablo S., E. Ramírez A., E. C. Silverio V., J. Santos S., F. Alves S., C. Damoano. 2018. Physicochemical characterization and behavior of biocompounds of caja-manga fruit (Spondias mombin L.). Food Science and Technology 38(3): 399- 406. 10.1590/fst.03717.

Tiburski, J. H., A. Rosenthal, R. Deliza, R. L. de Oliveira G., and S. Pacheco. 2011. Nutritional properties of yellow mombin (Spondias mombin L.) pulp. Food Research International 44: 2326- 2331. 10.1016/j.foodres.2011.03.037.









lunes, 31 de marzo de 2025

Importancia de un recurso ritual olvidado en la memoria occidental: el tabaco


Paulina Pelayo-Delgado1 y Leonardo Beltrán-Rodríguez2
1 Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional, Unidad Oaxaca, Instituto Politécnico Nacional,
Oaxaca, México.
2 Laboratorio de Etnobotánica Ecológica, Jardín Botánico, Instituto de Biología, Universidad Nacional Autónoma de México,
Ciudad de México, México.



Aproximadamente hace 10 mil años se produjeron una serie de eventos que transformaron la historia de la humanidad, la domesticación de plantas. En varios puntos del mundo se expresaron procesos semejantes, aunque en el continente americano hubo dos sitios focales: México y Perú; siendo las especies más representativas el maíz y la papa, respectivamente. En tal sentido, también hubo un recurso botánico no comestible escasamente mencionado dentro de las primeras especies en domesticarse, al que su importancia ritual, medicinal y cosmogónica le favoreció para tal fin, el tabaco.


El género Nicotiana, al que pertenece el tabaco, comprende poco más de 90 especies reconocidas a la fecha pertenecientes a la familia de las solanáceas, al igual que las papas, el tomate, el chile, las petunias, entre muchas otras alimenticias, ornamentales y medicinales. Dentro de este género existen diversas especies de tabaco que han sido utilizadas por los pueblos nativos de América, siendo las principales la Nicotiana rustica L. (Figura 1) y la Nicotiana tabacum L. (Figura 2). Se considera que el origen de ambas fue en Sudamérica, ya que se han encontrado variantes silvestres más antiguas.


Figura 1. Nicotiana rustica L. 
Figura 2. Nicotiana tabacum L. 

A partir de la zona del norte de Argentina, el tabaco (Nicotiana spp.) pudo diversificar su distribución y llegar a tierras bajas más tropicales, luego a Centroamérica y Mesoamérica, hasta penetrar en Norteamérica. Con base en registros arqueológicos, el uso del tabaco en Sudamérica data aproximadamente de hace 8 mil años. Sin embargo, de acuerdo con investigaciones más recientes, existe evidencia de hace 12 mil años de su uso por poblaciones nativas de Norteamérica, por lo que se infiere que su uso en Sudamérica es mucho más antiguo. Así mismo, en Mesoamérica la especie más antigua reconocida es N. rustica, encontrada en Palmillas, Tamaulipas, fechada entre 300 a.C. y 80 d.C. Se identifica que esta planta fue cultivada de manera intensiva para autoconsumo e intercambio. Por otro lado, también hay vestigios de N. tabacum en la zona maya que datan de la primera mitad del siglo V d.C.


En México se han encontrado carrizos para fumar con una antigüedad del 750 de nuestra era, y pipas de barro para fumar en la zona de Sinaloa. Han sido descubiertos también vestigios de uso de tabaco en ciudades tarascas (Figura 3), toltecas, así como en algunos poblados en el estado de Nuevo León. Aunque el fumar no fue la única forma en la que se utilizó el tabaco, ha sido la más difundida. Cabe mencionar que hay evidencia en nuestro continente que sugiere que para el siglo I a. C. ya se conocían las propiedades alucinógenas del tabaco y prácticas como el mascarlo, fumarlo, beberlo y usarlo como enema; este último muy popular entre los mayas donde fue representado en numerosas vasijas (Figura 4).



Figura 3. Pipa de barro. Museo de sitio las Yácatas, Tzintuzntzan, Michoacán. 


Figura 4. Vasija maya con representación de aplicación de enema. Tomado de: Smet, P. (1985). Ritual Enemas and Snuff in the Americas. 

Es posible que las actividades comerciales desarrolladas por olmecas y mayas pudieron influir en el desplazamiento del tabaco hacia la zona norte del país y del continente. Así entonces, pudo ser que los mayas heredaran el empleo del tabaco a los toltecas y estos a su vez a los aztecas. De ahí que estos últimos recibieron el uso de la N. rustica denominada picietl y de N. tabacum nombrada cuauhyetl.


Por su parte, los aztecas heredaron algunas tradiciones mayas y de otros pueblos de México, veneraron al tabaco ofrendándolo a las divinidades como alimento digno de ellos. El uso mágico-protector fue de los más frecuentes entre este grupo, llegando a abarcar su uso desde el nacimiento hasta el fallecimiento. Las mujeres embarazadas colocaban tabaco en su seno para tener un buen alumbramiento y librar de la enfermedad al recién nacido. Sirvió como amuleto de protección en la caza y en la guerra, para ritos en el campo agrícola, en los fallecimientos como ofrenda funeraria y en gran número de celebraciones.


Su empleo era fumando la hoja, asimismo éstas eran quemadas y el humo se inhalaba por medio de un tubo largo denominado acayetl, en pipa o en cigarro, aplicado por nariz o boca. Otra forma de uso era picando las hojas para formar bolitas que se mezclaban con cal, denominada esta mezcla en lengua náhuatl como tenexyetl (Figura 5); se ponían entre las encías y la mejilla y se chupaba lentamente, con ello eliminaban la fatiga, la necesidad de comer y el sueño.



Figura 5. Mezcla de tabaco y cal molidos de metate. 

Almacenaban las hojas de tabaco secas en calabazos llamados yetecomatl (Figura 6), también podía contener tabaco pulverizado o bolitas de tenexyet (Figura 7). Este objeto de almacenaje era un atributo específico del sacerdocio y símbolo de fertilidad y abundancia. Solamente los sacerdotes, curanderos, parteras o personas de alto rango podían llevar este calabazo lleno de tabaco molido colgando al cuello mediante cordones. Quienes no tenían estos oficios no podían si quiera tocarlo porque podían ser golpeados o castigados.





Figura 6. Calabazo con espátula de hueso. Tomada de: Groak, K. (2010). The angel in the gourd: ritual, therapeutic, and protective uses of tobacco (Nicotiana tabacum) among the tzeltal and tzotzil maya of Chiapas, México.



Figura 7. Polvo de tabaco (tabaco y cal).


En las ceremonias algunos tenían permiso de fumar para aclarar sus pensamientos; se olía el humo hasta emborracharse y de este modo tener comunicación con seres sobrenaturales. Se reconocieron las propiedades curativas del tabaco y consideró al picietl como agente para el bienestar físico, espiritual y social (Figura 8). 



Figura 8. Captura de "tecutlacozauhqui" con vara y tabaco en polvo. Códice Florentino. 


Uno de los testimonios más interesantes es el de Hernándo Ruíz de Alarcón, ministro de la Nueva España en el S. XVII, quien divulgó vastas prácticas prohibidas que subsistían en la gente nativa en el periodo postcolonial. Relata que esta planta era llamada chicnauh tlatetzotzonalli: el nueve veces golpeado o tlamacazqui xoxouhqui: el verde ofrendador, entre otras denominaciones.


También Hernándo Ruíz de Alarcón indicó que se usaba de muchas formas y para casi todos los actos de la vida diaria. Por ejemplo, del conjuro, encanto o invocación para cortar madera: “Lo primero, el tal leñador se previene del piciete, luego le conjura encargándole la obra que le guarde para que no le suceda alguna desgracia, y para este efecto usa de las palabras siguientes:




Tla xihuallauh chicnauh tlatetzotzonalli

(Por favor ven, el golpeado nueve veces)


Citlalcueye ytlachihual, mictlan mati, topan mati

(la hechura de la que posee falda de estrellas, el que conoce el lugar de los muertos, el que conoce lo que está arriba de nosotros)


Tle ticmati? Chama yequene onihualla

(¿Qué es lo que sabes? El que se jacta vanamente)


Nitlamacazqui, ninahualteuctli, ni quetzalcoatl

(al fin vine yo el ofrendador, el sacerdote, soy señor nahual, soy serpiente color ave de quetzal)


Nichualhuica tlamacazqui tlatlauhqui chichimecatl

(traigo al sustentador chichimeca rojo)


Tlatlauhqui tezcatl, ma tinechelehuiliz, tlamacazqui ceatl ytonal

 (el espejo rojo, no me desearás, sustentador del tonal uno-agua.


Tlein ticmati nican? Mitzcac moopochcopa nocontecaz

(¿Qué es lo que sabes? A tu costado, a tu izquierda lo echaré)


Yn tlamacazqui tlatlauhqui chichimecatl

(al sustentador chichimeca rojo).



Por otro lado, algunos pueblos no sólo emplearon especies del género Nicotiana con fines religiosos, sino que además con fines curativos y medicinales. Muchos fueron los registros realizados en cuanto a este uso. Se destinaba para quitar el dolor calentando las hojas y aplicándolas en la parte afectada; contra el catarro al oler el polvo fino y de hoja verde (Figura 9); como expectorante y afecciones respiratorias; aliviar dolores de cabeza; como digestivo por sus efectos vomitivos, laxantes y purgantes; como desinfectante, se tomaba el polvo con los dedos y se frotaban las encías para desinfectar los dientes y apretarlos; contra la mordedura de serpiente; como compresas sobre heridas, entre muchos otros.



Figura 9. Polvo fino hecho a partir de hoja verde. 


No obstante, algunos síntomas producidos por la ingestión del tabaco en altas dosis son trastornos orgánicos y metabólicos del sistema nervioso central, ya que el pensamiento se torna difuso; incremento de la imaginación visual, puesto que se altera el campo emocional pudiendo pasar de la excitación y furia al estupor; modificación de la actividad motora, en virtud de que puede producir inquietud, la concentración se dificulta y se puede llegar al coma. Particularmente, N. rustica puede producir estados alterados de consciencia y alucinaciones cuando es consumida en grandes dosis, por su alto contenido de nicotina (3.9 - 8.6 % en hoja seca) en comparación con otras especies como N. tabacum (0.05 - 4 %).


El nexo del tabaco con el hombre americano y su atributo como planta sagrada sin duda es muy antiguo, y su uso religioso es poco posterior a la sedentarización. El tabaco formó parte de la vida de la mayoría de los pueblos de gran parte del continente americano, empleado en prácticas rituales y sociales.


El nombre de tabaco procede de un término aplicado a la planta por error, ya que fue un término alusivo al dispositivo usado para fumar empleado por los nativos de la “isla la española”, actualmente Haití y República Dominicana. El tabaco es nombrado por diversos grupos originarios de nuestro país como andumucua (tarasco), may (huasteco), otzi (zoque), gueeza (zapoteco), yana (cora), macuche (wixarika) y haps copxot (comca’ac), entre muchos otros. 


En suma, cualquiera que haya sido su punto de origen, fue una planta muy apreciada por los nativos americanos. Se cree que no se cultivó con dedicación hasta pocos años antes de ser introducida a Europa (Figura 10). Se trató por mucho tiempo de una planta salvaje, puesto que, así como la ofrecía la naturaleza era consumida. Cuando se conoció en el viejo continente primero fue rechazada, luego considerada como panacea contra múltiples males, para finalmente convertirse en un perverso vicio que aqueja a una alta proporción de la población mundial, el tabaquismo. Sin embargo, no hay que olvidar que un aspecto es el consumo de su hoja empleado tradicionalmente para todo lo previamente dicho, y otro, muy diferente, su transformación industrial a un producto nocivo, el cigarro.



Figura 10. Cultivo de tabaco Nicotiana rustica L. Códice Florentino. 




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