Mauricio González-Muñoz1, Rodrigo A. Hernández-Cárdenas2 y Leonardo Beltrán-Rodríguez3
2Red de Biodiversidad y Sistemática, Instituto de Ecología A.C.
3Laboratorio de Etnobotánica Ecológica2, Jardín Botánico, Instituto de Biología, Universidad Nacional Autónoma de México.
Las plantas ornamentales han acompañado a la humanidad desde hace siglos. Se han valorado no solo por su aspecto llamativo, sus aromas o el simbolismo cultural que encierran, sino también porque permiten transformar los espacios cotidianos, privados y colectivos en lugares más agradables: desde calles, casas, hasta jardines, templos o museos. Además, son uno de los grupos vegetales más fascinantes, tanto por su belleza, impacto cultural e importancia económica a través de los tiempos (Prance & Nesbitt, 2005; Taylor, 2009).
La percepción de lo que se considera “bello” en la naturaleza no ha sido estático. A lo largo del tiempo, cada cultura ha definido y resignificado la belleza de distintas especies vegetales, adaptando también su manera de aprovecharlas e integrarlas en la vida diaria. Para que una planta sea considerada ornamental debe cumplir ciertos requisitos, sobre todo de tipo morfológico, aromático, cromático e incluso espiritual (CONABIO, 2020).
El creciente interés por las plantas ornamentales nativas ha puesto en riesgo a muchas de ellas debido al saqueo, sobreexplotación y la destrucción de sus hábitats. Con frecuencia se recolectan directamente del medio silvestre, ya sea retirando la planta por completo o bien solo algunas de sus partes. Esta práctica suele estar impulsada por la rareza de las especies, por el prestigio que representa poseerlas, por embellecer jardines y/o espacios verdes o para integrarlas en colecciones privadas (Nadal et al., 2013).
Debido a lo anterior, es necesario realizar estudios de mercado que resalten el verdadero impacto y las presiones socio-ecológicas asociadas a la cosecha y comercialización de esta agrobiodiversidad. Esta situación es particularmente preocupante en mercados con importancia nacional en su red mercantil.
Contexto histórico del uso y distribución de las plantas ornamentales
El uso ornamental de las plantas es muy antiguo. Algunos registros arqueobotánicos indican que las partes flóreles de las plantas se colocaban como ofrenda en entierros, otorgándoles un profundo simbolismo espiritual (Altman et al., 2022). En China, la tradición de jardinería con fines ornamentales se originó como espacios recreativos para la nobleza y, al mismo tiempo, como símbolos de poder (Barnes, 2005). En contraste, culturas como la egipcia y la mesopotámica transformaron los jardines utilitarios en espacios recreativos, combinando flores de loto, papiros, palmas, árboles frutales y plantas comestibles como el azafrán o la amapola. Estos jardines no solo eran bellos, sino que integraban la estética con el uso agrícola o frutícola (Giesecke, 2022).
En la Grecia y Roma clásicas, los jardines unían lo útil con lo estético. En Atenas se plantaban olivos y laureles en espacios urbanos y se adornaban templos, mientras que los romanos preferían especies con hojas perennes como símbolos de fertilidad y eternidad, que decoraban monumentos y edificios (Giesecke, 2022). Durante el Renacimiento y la Edad Moderna, la percepción y el uso de las plantas ornamentales cambiaron radicalmente. El colonialismo europeo abrió nuevas rutas de comercio e intercambio cultural, principalmente con América y Asia (Hinsley et al., 2024). Esto amplió la disponibilidad de especies que rápidamente se convirtieron en objeto de deseo para jardineros y coleccionistas europeos, generando un comercio ostentoso de plantas raras y exóticas (Barnes, 2005).
El interés por las especies exóticas impulsó la creación de redes de comercio formales e informales, surgieron viveros y jardines botánicos destinados a producir y aclimatar plantas tropicales y de diferentes partes del mundo. Además, algunas especies fueron mejoradas mediante selección e hibridación, y las técnicas de cultivo se perfeccionaron de manera paralela (Brockway, 1979; Dalby & Giesecke, 2022; Nielsen, 2023).
Historia de México a través de mercados y jardines
En México, el conocimiento, uso y comercialización de plantas ornamentales se practica desde tiempos prehispánicos. Los jardines botánicos y mercados tradicionales fueron clave para transmitir y preservar el conocimiento de estos recursos.
Los jardines prehispánicos tenían una dualidad interesante: servían como espacios de recreación, culto y muestra del poder de los huey tlatoani —líder de una ciudad-estado en el poderío de la triple alianza—, pero al mismo tiempo funcionaban como centros de estudio y colección de agrobiodiversidad —flora y fauna útil—, donde el conocimiento sobre la naturaleza quedó reflejado en nombres indígenas que aún perduran (Pérez, 2004; Vovides, 2010). Por ejemplo, los mexicas diferenciaban los jardines según su función y jerarquía social: Xoxochitla (“lugar de flores”) se refería a jardines de cultivo floral, Xochitepanyo a jardines rodeados por muros, Xochichinancali para clases populares y Xochiteipancalli o “palacio de flores” para la nobleza (Cetzal-Ix y Noguera-Savelli, 2014).
Paralelamente, los mercados reflejaban la vida social y económica, la relación con la naturaleza, las prácticas culturales y el aprovechamiento de la diversidad vegetal. La oferta de plantas variaba a lo largo del año según la estacionalidad de las especies (Hernández-Xolocotzi, 1983; Argenta-Villamar, 2016). Uno de los principales centros comerciales fue el mercado de Tlatelolco, donde se vendían alimentos frescos, frutas, verduras, flores, telas y otros artículos, incluyendo un área de venta de esclavos. Con la llegada de los españoles, su dinámica cambió al incorporar productos autóctonos y mercancías traídas del viejo continente (CEDRSSA, 2019).
Durante la época colonial, México careció de jardines botánicos formales por 270 años, por lo que los españoles realizaron múltiples expediciones para documentar la riqueza natural (Vovides et al., 2010). Francisco Hernández de Toledo participó seis años (1571-1577) en la expedición a Nueva España, describiendo los usos curativos de las plantas y registrando alrededor de 3,000 especies. Más tarde, en 1787, Martín Sessé organizó la Real Expedición Botánica a Nueva España, que duró aproximadamente 13 años y dio lugar al Real Jardín Botánico de Nueva España (Vovides et al., 2010).
Contexto actual del uso y comercio de plantas ornamentales en México
El cultivo de plantas ornamentales es una de las actividades agrícolas más rentables en México, reflejándose en la diversidad de flores de corte frescas, follajes y partes secas o procesadas que se comercializan a nivel nacional e internacional (INEGI, 2022). En el año 2023, el comercio de plantas ornamentales en México alcanzó 313 millones de dólares, debajo de países como Colombia, Ecuador, Canadá y China, fiscalizando su comercio exclusivamente con Estados Unidos (Secretaría de Economía, 2024).
El aprovechamiento de plantas ornamentales del medio silvestre continúa existiendo como al inicio de las primeras civilizaciones, aunque actualmente es poco conocida debido a la falta de estudios académicos y a la idea generalizada de que toda planta ornamental es cultivada. De hecho, en el gremio botánico es sabido que el comercio ilegal y a gran escala ha causado la desaparición de varias especies de plantas en sus hábitats naturales, principalmente orquídeas, cactáceas y cícadas. En consecuencia, aun cuando las cifras indican que la mayoría de las exportaciones sobre agrobiodiversidad ornamental proviene de cultivos en viveros, múltiples follajes, bulbos, flores, frutos, semillas y esquejes procedentes de especies silvestres siguen siendo comercializados a escalas desconocidas.
Descubriendo la agrobiodiversidad ornamental en los mercados tradicionales
México presenta una flora extraordinariamente variada, resultado de la diversidad de regiones y climas, así como de la intervención humana y la introducción de plantas foráneas. Sin embargo, la falta de registros adecuados dificulta conocer con precisión cuántas especies se usan con fines ornamentales. Actualmente, algunas propuestas conservadoras sugieren que alrededor de 1,000 especies podrían estar siendo aprovechadas con fines ornamentales (CONABIO, 2020), aun cuando otras 4,220 especies podrían ser potencialmente ornamentales, incluyendo 3,434 nativas y 786 introducidas (CONABIO, 2020). Por ello, los estudios en mercados resultan clave para sistematizar la información sobre la biodiversidad comercializada, así como para comprender los impactos económicos y ecológicos del aprovechamiento de la agrobiodiversidad ornamental.
Los mercados rurales y urbanos conservan un valioso conocimiento sobre plantas ornamentales. En la Ciudad de México, los mercados de flores de Tenancingo y Jamaica son invaluables ejemplos sobre cómo estos espacios siguen siendo fuentes vivas de saberes etnobotánicos (Munguía et al., 2010). La Central de Abastos de la Ciudad de México (CEDA) destaca por recibir diariamente toneladas de flores y follajes provenientes de distintos estados, tanto cultivadas como extraídas de ecosistemas naturales.
Para minimizar este vacío de conocimiento, desde enero del 2023 el Jardín Botánico del Instituto de Biología de la UNAM, en colaboración con el Instituto de Ecología A.C. ubicado en Xalapa, Veracruz, ha monitoreado el comercio de agrobiodiversidad ornamental en la CEDA, registrando un total de 10 puestos fijos y aproximadamente siete puestos ambulantes, atendidos por personas de 10 diferentes estados del país. De éstos, las localidades prioritarias de procedencia de esta agrobiodiversidad residen en los estados de Puebla, Hidalgo y Morelos.
Durante este período se han documentado poco más de 35 especies de plantas ornamentales comercializadas en la CEDA, siendo Tillandsia punctulata Schltdl. & Cham. (cebollin), Rhipsalis baccifera (Sol). Stearn. (cola de caballo), Typha latifolia L. (cohete) y Leucophyllum ambiguum Bonpl. (oreja de ratón) las más comunes (Figura 1 y 2). Las especies raras registradas en un solo puesto o en una ocasión incluyen: Tillandsia deppeana Steud (bromelia), Tillandsia heterophylla É. Morren (bromelia), Huperzia sp. (cola de zorro), Dichea sp. (helecho de monte), Oncidium sphacelatum Lindl. (flor de mayo), Epidendrum melistagum Hágsater (orquídea), Encyclia radiata (Lindl). Dressler. (canelita) y Stanhopea hernandezii (Kunth) Schltr. (torito) (Figura 3).
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| Figura 1. Puestos de plantas en la Central de Abastos de la CDMX. Fotografías de: Mauricio González Muñoz. |
El volumen total comercializado hasta la fecha se estima en 6,696 plantas, destacando T. punctulata y T. latifolia, como las especies con más volumen comercializado. Un total de siete especies se encuentran en alguna categoría de protección de acuerdo con la NOM-059-SEMARNAT-2010 (en peligro de extinción: 1 especie; sujetas a protección especial: 4 especies; amenazadas: 2 especies), lo que resalta la importancia de monitorear su comercio para evitar impactos negativos sobre las poblaciones naturales.
Bibliografía citada
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Argenta-Villamar, A. 2016. El estudio etnobioecológico de los tianguis y mercados en México. Etnobiología 14(2): 38-46
Barnes, J. 2005. The history of ornamental gardening. Garden History Press.
Brockway, L. H. 1979. Science and colonial expansion: The role of the British Royal Botanic Gardens. American Ethnologist 6(3): 449–465.
CEDRSSA. 2019. La distribución y abasto de alimentos: Situación actual de la Central de Abasto de la Ciudad de México. Palacio Legislativo de San Lázaro.
Cetzal-Ix, W. y Noguera-Savelli, E. 2014. Jardines prehispánicos de México. Herbario CICY 6: 109–112.
CONABIO. 2020. Ornamental. Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, México. Recuperado el 7 marzo, 2025 de: https://www.biodiversidad.gob.mx/diversidad/ornamental
Dalby, A. & Giesecke, A. 2022. Plants as natural ornaments. Francis, J. (Ed.), A cultural history of plants in the early modern era. Bloomsbury Academic. pp. 157-177.
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Hernández-Xolocotzi, E., Vargas, A., Gómez, N. T., Montes, J. y Brauer, F. 1983. Consideraciones etnobotánicas de los mercados de México. Revista de Geografía Agrícola 4: 13–28.
Hinsley, A., Hughes, A. C., van Valkenburg, J., Stark, T., van Delft, J., Sutherland, W., y Petrovan, S. O. 2024. Understanding the environmental and social risks from the international trade in ornamental plants. BioScience 0: 1-18.
INEGI. 2022. La horticultura ornamental en México. Instituto Nacional de Estadística y Geografía, México. Recuperado el 13 diciembre, 2024 de: https://en.www.inegi.org.mx/contenidos/productos/prod_serv/contenidos/espanol/bvinegi/productos/historicos/380/702825117788/702825117788.pdf
Munguía, G., Vázquez-García, L. M. y López-Sandoval, J. A. 2010. Plantas silvestres ornamentales comercializadas en los mercados de la flor de Tenancingo y Jamaica, México. Polibotánica. 29: 281-308.
Nadal, L., Carmona Omana, A. y Trouyet Starr, M. 2013. Tráfico ilegal de vida silvestre. SEMARNAT. Recuperado el 20 enero, 2025 de: https://biblioteca.semarnat.gob.mx/janium/Documentos/Ciga/Libros2013/CD001601.pdf
Nielsen, V. 2023. The colonial roots of botany: legacies of empire in the botanic gardens of Oxford and Kew. Museum Management and Curatorship 38(6): 696-712.
Pérez, R. I. 2004. Vergeles Mexicas. Boletín del Instituto de Investigación Bibliográfica 9: 167-192.
Prance, S. G., & Nesbitt, M. 2005. The Cultural History of Plants (1st ed.). Routledge. Recuperado el 22 septiembre, 2025 de: https://doi.org/10.4324/9780203020906
Secretaría de Economía. 2024. Live plants and floricultural products. DataMéxico. Recuperado el 27 enero, 2025 de: https://www.economia.gob.mx/datamexico/es/profile/product/live-plants-and-floricultural-products?tradeBalanceSelector=2022#intercambio-comercial
Taylor, J. M. 2009. The global migrations of ornamental plants: How the world got into your garden. Missouri Botanical Garden Press. Recuperado el 01 noviembre, 2024 de https://books.google.com.mx/books/about/The_global_migrations_of_ornamental_plan.html?id=dIRFAQAAIAAJ&hl=en&redir_esc=y
Vovides, P. A., Linares, E. y Bye, R. 2010. Jardines botánicos de México: historia y perspectivas. Instituto de Ecología.
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